sábado, 17 de febrero de 2018

La adoración eucaristica en el corazón de Aguarico.


MONASTERIO DE CLARISAS CAPUCHINAS SACRAMENTARIAS EN COCA, ECUADOR

Coca se sitúa en plena selva amazónica, en el oriente ecuatoriano, sobre el río Napo cuyas aguas llegarán a fundirse en el Amazonas. Los frailes capuchinos fundaron una pequeña misión entre los indígenas en el año 1958, que fue el núcleo de desarrollo de la cuidad de Francisco Orellana o Coca, que luego de la llegada de empresas de explotación petrolera creció ininterrumpidamente.





La evangelización de los indígenas y la implantación de la Iglesia han definido los objetivos del vicariato apostólico de Aguarico. La gran figura misionera del obispo capuchino Alejandro Lavaka y la hermana terciaria capuchina Inés Arango, marcaron profundamente a la Iglesia local. En 1987 ellos entregaron su vida con carácter de martirio en el intento de acercarse a los indígenas para anunciar la fe y proteger sus vidas y cultura del avance indiscriminado de la explotación petrolera. “Creo que antes de cargarles de crucifijos, medallas y objetos externos religiosos, debemos recibir de ellos las semillas del Verbo, ocultas en su vida real y en su cultura, donde vive el Dios desconocido” escribió mons. Alejandro. Una actitud que explica todo un universo de opciones en la evangelización.
Las hermanas Clarisas Capuchinas Sacramentarias llegaron al Vicariato de Aguarico hace 18 años provenientes del monasterio de Lago de Guadalupe, Cautillán Izcalli, México, con el encargo de ser el sustento espiritual de la misión evangelizadora del Vicariato. Luego de algunos años de vivir en un lugar provisorio, pudieron mudarse a su monasterio definitivo en las afueras de la ciudad.






Actualmente son 9 hermanas, de las cuales dos son ecuatorianas. El amplio monasterio, adecuado a las necesidades de su vida y a la realidad climática de la zona, está edificado en torno a la Iglesia que contiene hermosos vitrales que concentran la contemplación en el Santísimo Sacramento. Se dedican laboralmente a la confección de hostias, ornamentos litúrgicos, comidas y dulces por encargo.
La tarea misionera en un vicariato apostólico en medio de indígenas es verdaderamente exigente, y las necesidades pastorales hacen que muchas veces lleguen hasta las hermanas reclamos: ¿por qué ustedes no colaboran en la catequesis? ¿por qué no hacen una novena en una comunidad? Siempre es un desafío creer y testimoniar a los otros la fuerza de la oración, la lógica gratuita de la entrega contemplativa, la misión de ser raíz oculta de una tarea pastoral, la eficacia paradójica según la lógica del Reino: un evangélico derramar el perfume a los pies de Jesús… lo único necesario, la mejor parte! La mejor ayuda a la Iglesia y la más grande contribución a la humanidad es vivir en fidelidad la propia vocación y misión, viviendo consecuentemente con los dones confiados por el Señor.



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