jueves, 25 de febrero de 2021

Fidelidad, un camino espiritual


Tiempo de cuaresma, tiempo de conversión, tiempo de formación. 

Ofrecemos a continuación un texto de fr. Jaime Rey Escapa, capuchino español y vice-secretario general de la Formación de la Orden Capuchina. El tema es la fidelidad, considerando especialmente los presupuestos teológicos-espirituales de la misma en el ámbito de la vida consagrada y según la mirada propia de la espiritualidad franciscana. La oración, la pobreza y la fraternidad son la claves fundamentales estudiadas y propuestas a nuestra reflexión. 

artículo completo aqui: EL CAMINO DE LA FIDELIDAD. PRESUPUESTOS TEOLÓGICOS. 

(publicado en la Revista CONFER volumen 59 n°228, pp 553-573)

Algunas expresiones:

"Precisamente en la contemplación descubrimos que la fidelidad no se sustenta en nuestros propios esfuerzos, sino en la fuerza de la atracción y en la seducción que nace al encarar la belleza y la bondad de Dios. Contemplar significa, entonces, dejarse contemplar; mirar, dejarse mirar; amar, dejarse amar, renunciando a cualquier intento de apropiación de lo contemplado. Todo nuestro esfuerzo debe consistir en no hacer nada. Él es el protagonista, no nosotros."

"Reconocernos creaturas contingentes es una invitación a acoger nuestras limitaciones y fragilidades existenciales. La salvación pasa misteriosamente por una pobreza que nos hace humildes y nos ayuda a transformar la autosuficiencia en interdependencia. Cuando tenemos experiencia de lo que significa vivir a la intemperie, sentimos la necesidad de estar más próximos y de convertirnos, los unos para los otros, en amparo."

"No queda otro camino que el de vivir en una actitud constante de discernimiento. Las situaciones de dificultad en las relaciones se pueden convertir en una excelente herramienta de conocimiento y crecimiento personal; se trata de renunciar a que los otros respondan a mis expectativas afectivas; de superar los miedos que acaban amordazando la verdad; de afrontar los problemas con paciencia y caridad, sin huir de ellos ni ocultarlos."

Contenido:

0. Presentación: el reino de las tres puertas

1. Claves para una lectura teológico-espiritual

2. La puerta de la oración: el deseo de Su presencia

3. La puerta de la pobreza:la bondad que nos hace auténticos

4. La puerta de la fraternidad

5. Algunas propuestas para fortalecer la fidelidad

6. Conclusión: la Eucaristía, la fuente de la fidelidad

7. Bibliografía



jueves, 11 de febrero de 2021

19 de febrero de 1535: el origen de las Clarisas Capuchinas


ALGUNOS TEXTOS IMPORTANTES PARA LA HISTORIA

Hace 486 años comenzaba la historia de las Clarisas Capuchinas en Nápoles, Italia. La Orden se fue configurando lentamente en el tiempo, pero su origen se puede fechar en el día que el Papa aprueba la constitución del Monasterio de Santa María de Jerusalén.

BULA DEBITUM PASTORALIS OFFICII

El 19 de febrero de 1535, el Papa Pablo III firmó la Bula "Debitum pastoralis Officii" dirigida a María Lorenza Longo, por el cual aprobó la erección del Monasterio de Santa María de Jerusalén, junto al Hospital de los Incurables de Nápoles. Se autoriza a Maria Lorenza a fundar un monasterio de la Tercer Orden de San Francisco bajo la Regla de Santa Clara, y a dar normas y ordenaciones apropiadas, además de gobernarlo de por vida. 

Texto de la Bula Debitum Pastoralis Officii


MOTU PROPRIO CUM MONASTERIUM

El 10 de diciembre de 1538, el Papa Pablo III, emite el Motu Proprio "Cum Monasterium" por el que dispone por obediencia que los Capuchinos asuman la cura y atención del monasterio de Santa María de Jerusalén de Nápoles, fundado por María Lorenza Longo, y mencionado como de la Orden de Santa Clara.  

Texto del breve motu proprio Cum Monasterium


Constituciones de los Capuchinos

Los Capuchinos asumen por obediencia esta misión, pero con ciertas reticencias y prevenciones,  ya  las primeras Constituciones de la naciente Reforma capuchina, en 1536, prohibían absolutamente la cura pastoral de monasterios de monjas. 

Texto del capítulo XI de las Constituciones Capuchinas de 1536



domingo, 7 de febrero de 2021

7 de febrero: Santa Coleta, reformadora de la II Orden

Santa Coleta recibiendo la Regla de Santa Clara

 

La reforma de santa Coleta 

(Lazaro Iriarte, Historia Franciscana)

Colettee Boylet, nacida en Corbie en 1381, llevó primero vida de reclusa con hábito de terciaria. Secundando unas apariciones de san Francisco, que la invitaba a reformar su orden, en 1406 abandonó el reclusorio y fue a encontrar en Niza al papa de Avignon, Benedicto XIII; emitió en manos del papa su profesión de la regla de santa Clara y recibió de él la investidura de abadesa y de reformadora de las tres órdenes de san Francisco. Aquella irresistible doncella de veinticinco años había recibido de Dios, con señales irrecusables, la misión de poner fin a los males de la iglesia mediante la renovación de las instituciones franciscanas, comenzando por los asilos de oración y renunciamiento que debían ser los monasterios de la segunda orden.

Apoyada en el favor divino y prevalida de la protección de los grandes de la tierra, Coleta se dio a recorrer todos los caminos de Francia y de los Países Bajos, llevando a todas partes el fermento de la pureza evangélica y de la pobreza. Al morir en Gante en 1447 dejaba 22 monasterios reformados o fundados de nuevo sobre la regla de santa Clara, con las constituciones y ordenaciones que dictó la misma reformadora. Estas constituciones coletinas fueron aprobadas en 1434 por el ministro general y confirmadas en 1458 por Pío II.

En ellas se da importancia primordial a la vuelta a la pobreza inicial de San Damián. No está permitidorecibir cosa alguna de las candidatas a título de dote; éstas deben previamente desprenderse de todo. La pobreza,unida a la higiene, debe resplandecer en los vestidos personales. Se prohíben de manera absoluta toda clase de posesiones, rentas fijas, alquileres, graneros y bodegas y toda provisión a largo plazo. Se destierra todo objeto precioso o superfluo. Los edificios han de ser sencillos y humildes. El trabajo es la fuente de sustento, y recaesobre todas las hermanas por igual; las hermanas deben tener como norma no servirse de trabajadores extraños para obras y tareas que ellas mismas pueden hacer. Como signo de minoridad, Coleta prohíbe la bendición solemne de las abadesas y aun la consagración litúrgica de las monjas: "les basta la consagración que lleva consigo la profesión". Por el contrario, no considera la formación intelectual como opuesta al espíritu de la regla: entre las ocupaciones normales de las hermanas enumera la lectura de buenos libros y manda que haya una biblioteca en cada casa. Al par de la pobreza se da la máxima importancia a la unión fraterna. A tenor de la regla, sólo se admite una clase de hermanas; todos los cargos son considerados oficios de servicio; se prescribe la comunicación espontánea de las hermanas en los tiempos de recreación "en grupos de dos, de tres o más". El capítulo semanal recobra todo su valor como expresión de la responsabilidad común. La clausura es rigurosa y bien protegida, pero queda simplificada.

Puede decirse que, en general, Coleta vuelve con decisión a la regla de santa Clara, cuyo espíritu capta con tino sorprendente, si bien toma de la regla de Urbano IV muchos puntos disciplinares concretos, que habían hecho tradición en los monasterios. También siguió a santa Clara en la voluntad de mantener la unión estrecha con la primera orden: los monasterios quedaban sujetos al régimen de los hermanos; cuatro de ellos, dos sacerdotes y dos legos, como quiere la regla, debían estar a disposición de cada monasterio.

Esto hizo que, como vimos en otro lugar, la acción de la reformadora se extendiera también a los religiosos; los que entraron en la órbita de su empuje renovador se llamaron "coletanos".