viernes, 18 de febrero de 2022

Aprobación de un milagro atribuido a Maria Constanza Panas



Durante la Audiencia concedida el 18 de febrero de 2022 al Cardenal Marcello Semeraro, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el Santo Padre Francisco autorizó a la misma Congregación a promulgar los decretos relativos al milagro atribuido a la intercesión de la Venerable Sierva de Dios María Costanza Panas, monja profesa de las Clarisas Capuchinas del Monasterio de Fabriano; nacida el 5 de enero de 1896 en Alano di Piave (Italia) y fallecida el 28 de mayo de 1963 en Fabriano (Italia).

Con el reconocimiento del milagro se abre la puerta para una pronta beatificación.


Agnese Pacífica Panas nació el 5 de enero de 1896 en Alano di Piave (Belluno). Sus padres, a causa de la revolución industrial que les quitó su trabajo artesanal, en 1902 fueros obligados a emigrar a los Estados Unidos y a confiar a Inés a su tío, el Padre Angelo, capellán en Asiago y luego arcipreste en Enego, hasta que regresaron en 1910.

Desde su infancia no se deja llevar por la despreocupación y, como ella misma recordará: «siempre pensé que la vida es una tarea a realizar del modo más serio; que es la preparación para las grandes cosas».

Educada por su tío en la disciplina, frecuentó la escuela primaria de las Canosianas en Feltre y Vicenza para luego ir a Venecia al colegio S. Alvise frecuentando el Instituto estatal Nicolò Tommaseo, donde, en 1913, se recibe de maestra. En seguida comenzó a enseñar en la fracción Conetta del municipio de Cona (Venecia). Aquí encontró al Padre Luigi Fritz, que la acompañó como director espiritual por toda su vida. Al mismo tiempo comenzó a escribir un diario, en el cual relata su maduración espiritual, llegando a hacer el voto de la pluma: no escribir por el resto de la vida más que para Jesús y sobre Jesús.

Luego de haber sufrido una fuerte y prolongada oposición de su familia, entró en el monasterio de Fabriano el 11 de octubre de 1917. El 18 de abril de 1918 Inés Panas se convierte en sor María Costanza, vistiendo el sayal de clarisa capuchina.

El 19 de mayo de 1927, a los 31 años, es elegida Maestra de novicias y el 22 de junio de 1936 es elegida Madre abadesa, oficio que desarrollará por 16 años consecutivos hasta 1952. Por muchos años recibió a las personas que golpeaban la puerta del monasterio, privilegiando a los sacerdotes, algunos de los cuales fueron sus hijos espirituales y extendiendo el apostolado a través de las rejas conventuales con una abundante correspondencia. Recibía sin dar nunca la sensación de apuro, daba tiempo, escuchaba con interés y aconsejaba con seguridad dando serenidad. Y todo esto sin darse aires de maestra o de super mujer, sino con total humanidad. Así en sus cartas enseñaba a descubrir el sentido de ciertas situaciones, especialmente sobre la aridez o la oscuridad, con aquella fineza y afabilidad de quien tiene las mismas purificaciones y aprendió a caminar por la sola fe. A quienes iban a consultarla les enseñaba el modo para mantener la serenidad y la paz en medio de los propios límites y debilidades y a tener compasión de sí mismos.

Luego de un trienio de pausa, 1952-1955, la Sierva de Dios es elegida nuevamente abadesa en 1955, tarea que las hermanas le renovarán con votaciones casi unánimes hasta su muerte en 1963. En estos ocho últimos años de su vida, tres de los cuales fueron transcurridos en su lecho a causa de una artritis deformante, acompañada por una fuerte asma bronquial y luego una flebitis, crisis cardíacas y nauseas. En teste tiempo también fue elegida para el Consejo Federal de la Clarisas Capuchinas de Italia central.

El 28 de mayo de 1963 «la doctora de la sopa de pan» murió santamente, rodeada de sus hermanas para recibir como siempre las órdenes del día de la abadesa.

lunes, 14 de febrero de 2022

La herida del abuso en la vida consagrada

 


El suplemento "Donne, Chiesa, Mondo" del Osservatore Romano ha publicado en su edición de enero 2022 un interesante artículo de Anna Deodato sobre la realidad de los abusos en la mujeres consagradas. 

La autora es una consagrada del Instituto de la Auxiliares Diocesanas de Milan, Italia, y es  miembro del Consejo de presidencia del Servicio Nacional para la tutela de menores de la Conferencia Episcopal Italiana. Después de sus estudios en Pedagogía, se graduó en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas de Milán y obtuvo una maestría en Ciencias de la formación de formadores en el Instituto Superior de Formadores vinculado al Instituto de Psicología de la Pontificia Universidad Gregoriana. Desde hace varios años realiza su servicio en el Centro de Acompañamiento Vocacional de Milán.

"El abuso de mujeres consagradas es una realidad más extendida de lo que uno se pueda imaginar y alrededor de la cual todavía hay indiferencia y silencio. Es algo oscurecido y silenciado dentro del tejido eclesial. Una realidad en parte desconocida en sus múltiples facetas como las dinámicas que se entrelazan, las causas desencadenantes o los efectos del sufrimiento que se manifiestan con el tiempo en la vida de las personas heridas. Las mujeres víctimas de estas formas de abuso luchan durante mucho tiempo con un profundo dolor y sufrimiento, con la pérdida del horizonte vital, con la sensación de desconcierto que también afecta a su experiencia de la fe y con el esfuerzo por reconstruir la dignidad de la persona y el sentido de la propia vida. Conceptos como protección, prevención, formación y justicia son demasiado ajenos a este tipo de abusos. Escribir algo sobre esta realidad requiere de delicadeza y respeto para no volver a violar la intimidad de estas personas. No es la curiosidad la que debe guiarnos, sino el deseo de una verdadera escucha que nos comprometa en un cambio y en una conversión. Estamos hablando de una forma de abuso “familiar” que requiere una observación sistémica para ser entendida."

artículo completo en VIDA NUEVA:

https://www.vidanuevadigital.com/tribuna/una-herida-en-la-iglesia-que-requiere-parresiaanna-deodato/

DONNE; CHIESA; MONDO en español:

https://www.vidanuevadigital.com/wp-content/uploads/2022/01/Donne_Chiesa_Mondo_76_enero_2022.pdf

DONNE, CHIESA, MONDO en italiano:

https://www.osservatoreromano.va/it/pdfreader.html/dcm/2022/01/DCM_2022_012_0101.pdf.html


lunes, 7 de febrero de 2022

En memoria de la hermana Stefania Monti

 


El día 6 de febrero de 2022, en Ravenna, Italia, improvisamente la hermana muerte visitó a nuestras hermanas Clarisas Capuchinas, llevando a sr. Stefania Monti a la presencia del Señor. Su nombre de religiosa era Maria Stefania della Trasfigurazione. Nació el 5 de octubre de 1948, realizó su primera profesión religiosa el 9 de marzo de 1977. Fue Presidente de la Federación "Sacra Famiglia" de las Clarisas Capuchinas en Italia del 2009-2015, entre tantos servicios prestados a las hermanas. Gran experta en Biblia, el amor a la Palabra de Dios era su pasión que supo transmitir a las hermanas y al Pueblo de Dios. Su funeral se celebrará el 9 de febrero en Faenza.

Queremos recordarla en un hermoso y actualísimo texto de una reflexión presentada por ella en el año 2006, en el  primer Encuentro Internacional de Capuchinas 


La misión contemplativa en el mundo: 
éxodo permanente y hospitalidad, según el ícono de Betania

sr. Stefania Monti OSCCap

Extractos de la Conferencia pronunciada
en el Encuentro Internacional de Capuchinas en México 2006.

"Intentaré ahora delinear los rasgos de nuestra existencia respeto a las exigencias nuestras y del pueblo de Dios a través de algunos modelos bíblicos que focalizan nuestra tipicidad respecto a las características antropológicas generales de quien viva en fraternidad en un monasterio.

0.1 Modelos bíblicos considerados en la clave del "exodus stabilis"

Inicio por una breve cita de la encíclica de Benedicto XVI: "sí, el amor es “éxtasis”, pero éxtasis no en el sentido de un momento de ebriedad, mas éxtasis como camino, como éxodo permanente desde el yo cerrado en sí mismo[3] . Me parece de especial interés en esta cita la consideración que el éxtasis, normalmente pensada como ápice de la experiencia mística, sea vista en el sentido etimológico del salir desde sí o sea de un éxodo permanente (stabilis) lo que parece una contraditio in terminis, como si fuera un “movimiento inmóvil” que revela el carácter agónico o de combate espiritual de la vida cristiana.

El éxodo es una experiencia limitada en el tiempo: cuarenta días desde el Egipto hacia el Sínai, cuarenta años desde el Sínai a la Tierra Prometida y, en paralelo, cuarenta días de camino de Elías en el desierto, cuarenta de tentación de Jesús antes de asumir públicamente su ministerio, hasta sus extremas consecuencias, ya delineadas en las que llamamos “tentaciones”. O sea hasta el éxodo/paso desde este mundo hacia el Padre identificado con Lc 9:31 y Jn 13:1. Para nosotros, es una condición de conversión constante; si ésta no se da, no hay vida cristiana ni, mucho menos, vida consagrada.

0.2 La tradición, como sabemos, ya se había puesto este interrogante, solucionándolo con dos modelos fundamentales: el de la escuela, privilegiando el modo de ser de Jesús como maestro y de sus seguidores como discípulos, y aquél de la comunión de la iglesia primitiva delineada en los sumarios de los Hechos[4]. Pienso que el modelo franciscano más veces sugerido de la fraternitas como múltiple compañía de Jesús en su itinerancia sea una variante del modelo-escuela. Ahora, teniendo presente esta exigencia de fondo, quisiera proponer un modelo bíblico de vida contemplativa cristiana que considero más cercano a las exigencias contemporáneas de donde extraer algunas líneas para la interpretación de nuestra vida presente y de nuestro futuro.


1. La familia de Betania

Como paradigma de nuestra vida deseo presentar aquí el paradigma de la casa de Betania, es decir Marta, María y Lázaro. Subrayo algunas características y algunas consecuencias.

1.1 La primera característica es la de ser un grupo familiar cualquiera, de sencilla vida cotidiana, no demasiado disímil de la de otras familias de la época, por lo tanto una cotidianidad anónima. Anónima y no fácil: los tres hermanos comparten no sólo la tradición religiosa de sus contemporáneos y vecinos, mas también la triste condición de encontrarse en un país ocupado, sujeto a frecuentes pasos de la legión romana de la guarnición, que se preocupa de alimentarse a costa de los habitantes con las consecuencias que todos podemos imaginar.
La condición de pobreza de la gente no está supuesta o pensada, ni la vida es idílica sólo porque sea modesta y retirada, lejos, en apariencia, de los grandes acontecimientos. Provoca más bien una solidaridad entre familias y un estilo de ayuda recíproca.
Mas quien, todavía hoy, vaya  a Jerusalén sabe que a los pies de la cadena del Monte de los Olivos, en el viejo camino que va hacia Jericó y el desierto, se encuentra un pueblito árabe que se llama el-Azariye: se nota enseguida que este nombre recuerda el de Lázaro, pero lo singular de este personaje tan importante en los relatos evangélicos es que nunca escuchamos su voz.

Pero es protagonista de un episodio cargado de consecuencias para Jesús y para él mismo, un testimonio casi involuntario, pero muy costoso, basado únicamente en la amistad con Jesús y, sobre todo, en el hecho que Jesús le amaba mucho.  Pienso que  nuestro testimonio deba ser elocuente, mas sin demasiadas palabras, basado en la vida en común, entre la gente, en estructuras modestas, con una amplia atestación de pobreza y de compartir la situación común, sin buscar privilegios particulares, mas queriendo participar del misterio de Jesús, sin descuentos.

1.2 La familia de Betania  sin embargo es una familia especial.
Nadie de los tres hermanos está casado -
cosa bastante singular en ambiente hebraico-  mas, sobre todo, faltan el padre y la madre.  Esta familia está compuesta exclusivamente de hermano y hermanas en condición celibataria.  Son entonces todos adultos y responsables, aunque sea fácil pensar en una supremacía no declarada de la hermana mayor (¿Marta?). Pero creo que el elemento significativo sea la ausencia de los padres, que se impone para entender mejor cuáles sean las relaciones internas.  

Por nuestra parte la elección de la fraternitas respecto a una relación de hijos /filial es determinante para las relaciones comunitarias.   Las dos hermanas, por ejemplo, se presentan como figuras antagónicas y a un tiempo recíprocas, como varias veces ocurre en los personajes dobles de Lucas[5], que son sobre todo dobles pedagógicos.  Si leemos el episodio de Lc 10:38-42, vemos cómo la tradición ha extraído conclusiones incongruas respecto al texto.  Es bien conocido cómo en la diversidad entre las dos hermanas se haya visto una especie de contraposición entre vida activa y vida contemplativa, retomando un esquema que ya venía aplicado a Lea y Raquel[6]. En realidad conviene que emerja del texto más bien un clima y un cuadro general, después algún detalle.

1.3 El clima es de hospitalidad y de acogida (Lc 10:38).
Jesús  va a esta casa porque sabe que es bien acogido.  Si en el primer Testamento se habla varias veces de Dios que hospeda al hombre[7], Lucas bosqueja la hospitalidad de los cristianos y en particular de las mujeres en relación con Cristo y la iglesia. 

Esta hospitalidad, considerada virtud cristiana desde los escritos paulinos[8], llega a ser un elemento cualitativo de muchas Reglas, no para aquella de Clara[9], aunque parece un elemento imprescindible  hoy en esta realidad atormentada y multiétnica.

 Esta hospitalidad puede asumir muchos aspectos en nuestros monasterios: acogida de Dios en  nuestra historia no siempre fácil, descubriendo las huellas de su paso en las variadas dificultades de hoy, acogida recíproca, atención al ecumenismo y a las relaciones interreligiosas, atención a  los pobres. En pocas palabras, es el ejercicio de la compasión, para usar un término amado por la tradición oriental, que pone las bases de la fraternidad, la edifica y la hace difusiva. 

Podríamos preguntarnos si Jesús se encuentra bien en nuestra casa[10], pero hay que interrogarse a qué punto hemos llegado en aquella recíproca acogida que estimula las personas a crecer y no se limita a dar un genérico consuelo. Vemos ahora a las dos hermanas (Lázaro, si está presente, no habla). Marta parece ser la dueña de la situación desde el punto de vista organizativo: es una verdadera dueña de casa y como tal actúa. María por su parte, como sabemos, se adecúa a un rol no suyo. 

“Estar sentados a los pies de” alguien es un término técnico que indica el discipulado en sentido estricto, reservado a los hombres (cf Lc 8:35).  El mismo Lucas nos ha hablado de mujeres a la secuela de Jesús ya desde Galilea (8: 1-3). Ellas le seguirán hasta la cruz (23:49 y paralelos) y el duelo fúnebre (23:55 y paralelos), serán los primeros testigos de la resurrección (24:1-8 y paralelos).   A nadie sin embargo asigna un rol tan preciso como a María y, repito, un rol considerado normalmente para/de hombre que en este caso no mortifica la feminidad del personaje, sino muestra más bien especial sentido  María no se contenta con ser lo que debería ser, o sea, la que hospeda y ayuda a la hermana en la acogida más sencilla y directa de Jesús, escuchando lo que él dirá como todos y a la manera de todos, mas elige escuchar, interrogar, dejarse cuestionar por el Maestro y Verbo de la vida.

1.4 Siempre en Betania ocurre otro episodio significativo, aunque controvertido, sobre los personajes y la colocación.  Sólo Juan (12:1-11)[11] parece ubicarlo en las casas de los tres hermanos, poniendo como protagonista a María, hermana de Marta y Lázaro, relacionando así este episodio con el anterior, que tiene a Lázaro como involuntario protagonista (11:1-44).

No es este el momento de extenderse sobre las cuestiones críticas que aclararían ambiente y personajes. Bastará notar que el episodio de Juan de alguna manera propone de nuevo los roles de las personas que antes hemos ya visto.  Marta sirve (v.2), Lázaro es un comensal como siempre silencioso, María toma la iniciativa que la connota como auténtica discípula y amiga de Jesús, en contraposición a Judas.  Parecería en esto desmentir  su carácter contemplativo, en el sentido convencional del término. De hecho muestra otro aspecto elevado de la hospitalidad: el del honor al huésped ofrecido con largueza, material precioso y sin medida. En breve, en el signo de la absoluta gratuidad, de la pietas, o, si queremos, de una cierta locura o, más bien, de la auténtica bondad desinteresada.
Todos hemos soñado en cambiar el mundo, las situaciones e incluso también la comunidad. Cuando se entiende la imposibilidad de hacerlo, como se sueña de adolescentes, es un signo de madurez amar a una persona o a  personas concretas. En particular, en nuestro caso, Jesús en la inminencia de su trágica muerte. El texto sugiere que no es una equivocación donar todo, hasta el derroche, para curar una destrucción tan próxima y dolorosa, por consiguiente el problema, en tal caso, no es cambiar las situaciones, mas oponerse a la brutalidad con el amor[12]

 Se trata en efecto de un preparativo de muerte de signo opuesto al complot que va a llevar a la muerte a Jesús; es, por el contrario, el signo de un amor generoso que no abandonará a Cristo en ningún momento. Un gesto inútil, en un cierto aspecto, justo porque no cambia el curso de los eventos ni inmediatos ni lejanos.  Los discípulos, o  sólo Judas,  según las redacciones, protestan contra una gratuidad que no pueden entender.
 De todo esto podríamos concluir que el verdadero discípulo aprende del Maestro sobre todo a dar sin cálculos, mas volveremos eventualmente sobre este argumento después.

1.5 Falta considerar de cerca un episodio sobre Lázaro, el hermano que hasta ahora hemos visto en el escenario de fondo como una sombra, reducido sólo al nombre.
Creo que este episodio toque en particular muy de cerca la realidad de los monasterios de Europa, donde es más evidente la crisis numérica y de las fuerzas, y la condición de agonía. 
Preciso que esta situación en Europa no toca sólo a nuestra Orden. Quien tenga suficiente conocimiento también de realidades masculinas y femeninas más conocidas y prestigiosas que la nuestra[13], sabe que todas viven las mismas dificultades. 

En esta parte de mi intervención cojo en gran medida un texto de p. Timothy Radcliffe[14], ex Maestro general de la Orden de Predicadores, con quienes tenemos una  relación afectuosa, si escuchamos (con el debido sentido histórico-crítico) lo que las Fuentes nos dicen sobre las relaciones entre Francisco y Domingo. 

La primera constatación necesaria es que Jesús deja morir a Lázaro, ni se preocupa de mantenerle de todas maneras con vida, mas piensa sólo en la gloria de Dios (Jn 11:4.6). Ya esto nos induce a preguntarnos si cuando pensamos en el futuro pensamos en la Gloria y el Reino o nos preocupamos más bien de nuestro futuro personal, poniendo en la sombra una de las características fundamentales de la vida religiosa, que es, de cualquiera manera, memoria futuri,  o sea, indica al pueblo de Dios lo que él mismo será[15].

Jesús, no obstante, ama a Lázaro (Jn 11:3.5.33.35.38): el texto, normalmente tan avaro de detalles sobre la vida privada del Señor, aquí es insistente, así que nos vemos  inducidos a pensar, aunque sea difícil, que haya un estrecho enlace entre la muerte del amigo y el cariño de Jesús.  Podemos de verdad ver las cosas de esta manera - la muerte como señal de amistad y de amor- ¿o no estamos más bien espantadas de la secularización  alcanzada por nosotras hasta la general indiferencia y que en otros lugares está  arrasando, y de cualquier manera está  llegando. 

Estoy convencida de que esta dinámica de muerte/amistad divina/gloria sea necesaria para todos:  en Europa estamos solamente anticipándola respecto a otras zonas del mundo. Creo sea necesario, de este texto, aprender que ars vivendi y ars moriendi son estrechamente conexas y que debemos disponernos a una comprensión sapiencial de nuestra vida, en la certeza que este “fracaso” que es  nuestra muerte, como personas y como instituciones, es de toda manera para la gloria de Dios. 

El discurso,  a primera vista, afecta muy de cerca y con una cierta urgencia a  nosotros europeos. Considero pero que todas nosotras debemos enfrentarlo útilmente, en conjunto, también quien por ahora no está afectado por este problema. 

Esta conciencia no puede sino acentuar aquel clima de hospitalidad recíproca que sería nuestro deber poder construir en nuestras comunidades, donde con frecuencia nos sentimos aisladas porque cada una cuenta con los propios recursos o piensa en sus problemas personales, en su trabajo, o en el hecho de tener a disposición, de cualquier manera, tiempo para vivir. 

Jesús “llama” de nuevo a Lázaro a la vida, después de la dura experiencia del sepulcro. Lo coloca como signo poderoso de la gloria de Dios  en lo profundo de la debilidad de la condición humana. Lázaro, al fin y al cabo, vive una pascua anticipada, hasta ser directamente implicado en el complot para eliminar a Jesús por ser considerado un testigo incomodo (Jn 12:10). Todo esto no está demasiado lejos de nuestra condición, porque también nosotros vivimos una pascua que es tan sólo el typos de aquella última, estamos llamadas a un testimonio no siempre fácil, ciertamente en contraste con el mundo, estamos vinculadas a un amor de Cristo hacia nosotros que sin duda supera el nuestro para con él, en orden a la gloria del Padre.

La Orden, tanto aquí en México como en España, Polonia y en otros lugares, ha experimentado la persecución y no me atrevo a hablar de este tema que conozco sin haberlo vivido, mas pienso que un verdadero testigo debe esperarse de todo, aunque si de hecho morirá en su propia cama. 

No se trata entonces para nosotras de esperar que este tiempo difícil termine lo más pronto posible, mas de estar dispuestos a testimoniar la vida en el borde del sepulcro desde donde el Señor nos está sacando.

Radcliffe, que les sugiero leer, invita a ver en esto el sentido de la vocación y de los mismos votos religiosos. Personalmente quisiera notar otro particular. Lázaro no  habla ni cuando sale del sepulcro. Totalmente sorprendido por el amor de Jesús que le llama de nuevo a la vida, se expresa con un silencio que no sabemos adjetivar: ¿asombrado? ¿atónito? ¿agradecido? alegre?  Llamado de nuevo a la vida se mantiene como el personaje que ya era: una persona sin particular importancia, portadora de un gran misterio, como somos nosotros todos.  Nosotros somos socialmente marginales por elección, en la medida en que pronunciamos los votos religiosos, y hoy todavía lo somos más,  frente a una realidad donde cuentan cosas diversas de aquéllas que nosotros vivimos, y precisamente el poder, la plata o dinero, el éxito... Sabemos estas cosas y no me dilato en el tema. Deberíamos descubrir aquí nuestro ser pauperes et minores sin prestigio, sin una voz que se impone, libres para aceptar cualquier fracaso.  Éxito y prestigio son en efecto la peor forma de esclavitud y uno de los hilos conductores de los grandes cuentos bíblicos es la quiebra de los grandes personajes de las Escrituras


2. Éxodo permanente

Vistas en breve estas características de los tres hermanos de Betania,  permítanme pasar a alguna conclusión más inmediata relacionada al exodus stabilis antes citado.

2.1 El primer paso es  salir de una mentalidad de supervivencia y de anclaje con el pasado, a través de una criba atenta de nuestra tradición.  En estos últimos años se ha  insistido mucho en el carisma, mas no estoy convencida que esto sea siempre correcto y productivo. Creo más bien  que sea necesario volver al Evangelio en su integridad, como exige el incipit de la Regla, y al ser cristianos. Para esto deberíamos descubrir de nuevo las grandes Constituciones del Concilio Vaticano II, comúnmente poco conocidas de las jóvenes generaciones, por lo menos en Italia. Además de las grandes Constituciones, para leerlas también en clave histórico-genética (su formación es importante para entender el sentido y el valor y hacer una correcta hermenéutica), considero necesario descubrir las grandes instancias del Concilio mismo, que a menudo en nuestras Constituciones han encontrado escaso o ningún relieve. Indico aquí esencialmente tres instancias.

 
2.1.1 La primera es el redescubrimiento de la Escritura y de la lectio divina, impropiamente considerada práctica monástica. De hecho es práctica cristiana que interesa a todos los bautizados y, en particular, a los religiosos en general.[16]
Con dos advertencias. La primera es que la lectio no es una práctica facultativa o que se añade a las otras: “ésta abre un camino espiritual” [17]; la segunda es que no cualquier lectura bíblica o cualquier meditación con perspectiva bíblica es de hecho lectio divina[18]. Sería necesario, para esclarecer, relacionarse con la tradición patrística. Mas
 si de verdad el encuentro entre Dios y el hombre acontece en la palabra, entonces la Escritura es el lugar de la recíproca hospitalidad entre Dios y el hombre, y cada hospitalidad tiene sus reglas.

 2.1.2 La segunda es la valorización de la santa liturgia. No siempre se puede decir que la reforma litúrgica sea lograda o haya sido acogida con la disponibilidad y la preparación adecuadas. Estos últimos años en particular han visto un retorno a algunas fáciles devociones que tienden a asegurar quienes viven una vida de oración porque son, diríamos, “cuantificables”, mas de hecho no favorecen la relación con el misterio pascual. Considero superfluo recordar aquí las dimensiones de hospitalidad típicas de la liturgia.

Ciertamente la acogida del misterio en la cotidianidad, a partir de la Eucaristía como culmen et fons, y presentado de nuevo después por la salmodia de la Liturgia de las Horas[19], impone una mentalidad exigente: no se tratará sólo de buenas disposiciones y devociones, mas de una constante dedicación a  los textos.  

En particular creo que deberíamos escuchar el Concilio cuando exhorta a una particular formación en los Salmos[20], recordando que los Salmos han sido el gran texto de oración y de formación en la piedad hasta toda la edad media inclusive (por ende también para Francisco y Clara); han sido la oración de Jesús; son la oración de la iglesia indivisa y de Israel.  También su función ecuménica es por esta razón insustituible.

2.1.3 La última instancia es precisamente la ecuménica.  Del todo ignorada en nuestras actuales Constituciones (y recuerdo bien cómo, al menos en Italia, ninguna comunidad señalara esta ausencia en el texto propuesto ad experimentum al momento de la  redacción final en 1985, así que tampoco nosotros propusimos inserir un artículo sobre este tema, pensando que los tiempos no eran maduros), creo que ahora no pueda ya ser ignorada, así como no se puede ignorar el diálogo interreligioso, con la guía de la enseñanza conciliar valorizada por los últimos pontífices. 

Probablemente ahora los tiempos están maduros porque también nosotros nos abrimos a estos problemas, justamente para salir de una mentalidad de pura supervivencia, en Europa, y relacionarnos con el extranjero en clave de hospitalidad, y para abrirse a una distinta dimensión misionera de las Hermanas en los países donde hay fuerzas y recursos.

Se trata de anunciar el Evangelio, aceptando que la palabra de Dios se haga camino a través  del testimonio de la fraternidad sin pretensiones de conversión que, acaso, debería interesar antes de todo a nosotras mismas.  “Nuestro” exodus stabilis, precisamente, antes de todo.

(...)

2.3 Quisiera concluir este punto recordando que Francisco ha metido un poco en el centro de su vida el Concilio de su tiempo, el Lateranense IV. No todas las conclusiones de este Concilio fueron positivas y apreciables. De algunas de ellas, por ejemplo, hoy no sólo tomamos las distancias, mas por sus consecuencias Juan Pablo II ha pedido repetidamente perdón. Francisco, por su parte, supo discernir, me parece, cuanto era esencial y positivo, poniéndolo en el centro de la propia experiencia espiritual y de su propia enseñanza, como, por ejemplo, el culto eucarístico. 

            Creo que sea de hecho nuestro carisma el adherirnos a la iglesia de nuestro tiempo y mirar a nuestro Concilio Vaticano II con la misma atención. Es ciertamente probable que algunas posturas conciliares estén hoy superadas, mas es importante estudiar los documentos que, en cada caso, tienen una autoridad magisterial superior a los documentos de pontífices y congregaciones a causa de la solemnidad de la convocación conciliar y de la colegialidad en ella vivida.


3. Hospedar

 La primera hospitalidad resta siempre la que practicamos hacia Jesús, el Emmanuel, el Dios- con-nosotros, el Dios que se hace próximo, con algunas consecuencias no fáciles.

3.1 El Primer Testamento nos presenta una figura singularmente hospitalaria que es la Señora Sabiduría (Pro 9) en confrontación con la Señora Locura.  El carácter de esta hospitalidad es ser directa, una invitación explícita y abierta a un banquete abundante y bien preparado.  En cierta manera, se trata de una Sabiduría razonable.

El Nuevo Testamento nos pide ser huéspedes, hospedante y hospedado hacia una Sabiduría de signo diverso. Llamémosla, para entendernos en seguida, sapientia crucis, o sea el Cristo paciente, crucificado, muerto y resucitado. Una sabiduría, dirá el Apóstol (ICor 1:24ss), que en realidad es locura.  Nuestra vocación nos pide valor- el valor de enfrentar situaciones difíciles, como todos los hombres y mujeres de nuestro tiempo, con la esperanza loca de la cruz como punto de referencia. Afirmamos el primado del Cristo en nuestra vida, mas privilegiando este aspecto de su misterio, a la escuela de Francisco, de Clara y de Verónica, a quienes estamos ligados por una solidaridad diacrónica,  a través de los siglos, gracias a las Reglas que nos han dejado y a su testimonio.

Ellos son  nuestra familia como si estuviéramos en Betania,  nuestros hermanos, más que padres y madres, si queremos  respetar su lenguaje.


3.2 Hay algunas palabras clave que deberían guiar  nuestras jornadas: el “pueblo de Dios” del que somos parte; el “reino de Dios” que debemos anunciar y por el cual determinamos un estilo de vida (cf Mt
5-7); “la hora” que tiene constantemente orientado  nuestro tiempo, vivido no como crónica ocasional mas como ocasión salvífica, momento tras momento.


3.3 Por esto la impostación de la vida es teologal, más que ascética, y en clave teologal va entendida también la pobreza, como total confianza en el Padre. Dios es el real protagonista de nuestra vida y la ascesis, como las observancias, nos dispone sencillamente a responderle en un clima de éxodo/conversión permanente y en la “contemplación” de que ahora intentaré precisar los términos. La palabra, de por sí, dice todo o nada. Hace pensar en un hecho mental o en un fenómeno extraordinario. Mas en la tradición de la lectio divina, la contemplatio, es aquella comprensión de las Escrituras que enfoca un camino espiritual de continua conversión (o de exodus stabilis),  como ocurrió a las muchedumbres frente al “espectáculo” (en griego θεωρία, algo que se ve con los propios ojos) de la muerte de Jesús, como dice Lucas (23:48).[21]

     Y toda la multitud que estaba presente en este espectáculo, al ver lo que había acontecido, volvía golpeándose el pecho. El “espectáculo” induce a la compunción y nosotros tenemos cada día debajo de nuestros ojos el misterio de la muerte de Cristo propuesto de nuevo también en el dolor de los hombres que esperan consuelo y esperanza.

3.4 Normalmente en nuestros monasterios se lleva una vida modesta, en algunos casos realmente pobre. Deberíamos, de todas maneras, preguntarnos si no hay alrededor nuestro personas más pobres que nosotras, y no por  elección. A ellos debe, antes de todo, volverse nuestra atención hospitalaria.  Creo que no faltan las ocasiones, mas creo también que hoy se nos pida ser particularmente creativas a este propósito, de estar atentas a los pobres sin renunciar a un estilo de vida pobre, a la vez silencioso y retirado. 

Aunque Francisco reconociera en el duro rechazo de sus frailes la cumplida leticia,  nuestras comunidades de hermanas, como la de Betania deben vivir una real acogida sea hacia los que se arriman a nosotras para compartir nuestra oración sea hacia quien tiene necesidades vitales.  Insisto sobre esta hospitalidad a ejercer con la debida inteligencia espiritual, porque siempre existe el peligro del prejuicio o de asumir tareas que no nos competen, tal vez por exceso de generosidad.

Sabemos bien nosotros en Europa donde las tensiones étnicas, formas larvadas de racismo y otros problemas parecidos están desgraciadamente a la orden del día, además del riesgo de transformar al monasterio en una agencia de ayuda social.

Por cierto algunas de las hermanas aquí presentes pueden hablar de conflictos que se viven en sus países. Mas no deberíamos olvidar que a menudo los primeros conflictos son intracomunitarios y que la comunidad es como un sacramentum humanitatis, en el bien y en el mal. En este sentido nuestra vida tiene el valor del símbolo.

Cada comunidad encierra a un entero mundo, por cuanto pequeño en el número y en la calidad de la vivencia de cada persona. El compartir del tiempo, del espacio, de la oración, del trabajo, del cansancio sea de la vida cotidiana sea en la comunicación, la capacidad de acogerse recíprocamente, en particular con el perdón, hacen que en un monasterio se representen a nivel constante y ferial, a medida de comunidad, todos los aspectos de la condición humana.  Podemos, una vez más, referirnos a la palabra autorizada del Concilio Vaticano II: Las alegrías y esperanzas, las tristezas y angustias de los hombres de hoy, de los pobres sobre todo y de todos los que sufren, son también los gozos y esperanzas, las tristezas y angustias de los discípulos de Cristo, y nada hay genuinamente humano que no encuentre eco en su corazón. Su comunidad, de hecho, está compuesta de hombres, los cuales, reunidos juntos en Cristo, son guiados por el Espíritu Santo en su peregrinación hacia el reino del Padre, y han recibido un mensaje de salvación para proponer a todos. Por ello la comunidad de los cristianos se siente verdaderamente e íntimamente solidaria con el género humano y con su historia.[22]

Todo esto no debe inducir a una clausura (somos “un pequeño mundo” y por esto “un mundo pequeño” -en italiano la posición del adjetivo es significativa, porque cambia el lema dándole una connotación ligeramente negativa y sarcástica), mas a una abertura mayor, antes de todo entre  nosotros. Considero que sea necesaria una mayor comunicación entre las federaciones, sin pensar que “cada cual  tiene sus problemas” y debe resolverlos sólo en nombre de las diferencias culturales. Debemos evitar el riesgo de privatizar  nuestra vida y experiencia, acaso bajo pretexto de inculturación[23]. “Comunicar” no significa “uniformar” o “uniformarse”, mas incrementar el intercambio que en parte ya existe y que, por ahora, si percibo bien, se limita a peticiones de ayuda en personas y/o bienes.

A parte las diferencias culturales, se pueden poner en circulación ideas, proyectos, instancias formativas: la sociedad civil camina en esta dirección, no siempre del todo positivamente, pero lo hace.  Pienso que nosotros debemos abrirnos más a relaciones fraternas que sobrepasen la pura necesidad. Tenemos mucho que aprender las unas de las otras.

Debemos recordar que el gran mandamiento-guía, el que  encontramos más veces en el Primer Testamento, es el de amar al extranjero, en hebraico ger, o sea un prófugo residente o,  un residente temporal por necesidad.

Madurándolo bien, la condición del ger es la que cada uno de nosotros vive en cuanto “peregrino y forastero en este mundo”, mas es también la de Dios, que permanece, aun cercano y encarnado, siempre “otro” respecto a nosotros[24]. Pero no quiero extender demasiado este aspecto de nuestro discurso, por cuanto sea importante.


3.5 Esta instancia de comunicación recíproca está estrechamente ligada a la naturaleza misma de nuestra vida, que es vida de escucha obediente del Señor que se manifiesta en su palabra y en la historia, y es vida de espera de la epifanía última del reino.
Nosotros sabemos bien que el reino ya ha venido y que, en cierta manera, todo está cumplido (cf Jn 19:30), mas sabemos también que tal cumplimiento debe manifestarse.
Estar centrados en la espera del reino ofrece una esperanza y una razón para vivir; nos hace sentir partícipes del dinamismo interior a la historia, que va hacia el reino, librándonos de momentos de pesimismo y clausura; nos revela nuestra total insuficiencia: ¿qué podríamos  hacer frente a los grandes problemas de los hombres de nuestro tiempo?
Nos hace entender entonces el sentido último de nuestra oración, como el mismo Jesús nos ha enseñado (Mt 6:10) nos hace mirar al presente y al futuro con esperanza y optimismo[25].
Permítanme, al contrario, una consideración personal: a veces tengo la impresión de que nosotras hermanas y  nuestras comunidades, inmersas en problemas concretos a breve y medio término, no esperamos más esta gran epifanía. Es como si no deseáramos ya nada.
 Ahora es verdad que un pobre no tiene deseos, mas nosotros debemos siempre pensar “alto”, mirar a la historia en clave profética, o sea como la mira Dios mismo, a la luz de las Escrituras e invocar la venida última del Señor, como nos impone la última página del Apocalipsis.

3.6 Página que nunca ha sido escrita para los que viven en monasterio, mas para todos los cristianos. En su época, para los que vivían la persecución y hoy, para nosotros, que vivimos, en general, en el clima del entusiasmo mediático hacia la iglesia y de la indiferencia hacia  la vida cristiana y las responsabilidades que conlleva. La indiferencia puede matar como -y más que- la persecución.  Por esta razón se nos pide ser sencillamente cristianas[26]. Votos, compromisos, Constituciones, monasterios, carismas,… o nos ayudan a esto o existe el riesgo de que pierdan su significado.

3.7 Pues: cristianas, que viven juntas como hermanas, en pobreza, en nubilidad, en hospitalidad, con todos los significados que esta palabra conlleva y que he intentado evidenciar.

Pero sobre todo “hermanas” porque esto es el gran testimonio que hoy el mundo necesita.  Ser hermanas conlleva unas responsabilidades y sería demasiado fácil escribir un libro negro de la fraternidad, basándose en los equívocos que a veces se crean.
Por esto prefiero, una vez más, ofrecer un modelo bíblico para entender quién sea un verdadero hermano y por consiguiente una verdadera hermana.
Como pueden fácilmente prever,  pienso en José, el hijo de Jacob (Gn 37-50).
Brevemente  recuerdo las características: como todos es un joven que tiene defectos y sueños. El primer defecto es  ostentar el amor de su padre y sus propios sueños. Mas, una vez perseguido por los hermanos, aprende a custodiar sus sueños en secreto, soporta todo, se adapta a todo, sabe esperar, siempre pensando, también en relación con  Egipto, que el bienestar ajeno es el suyo. 
Viendo de nuevo a los hermanos no se venga ni cede al fácil sentimiento: elige la educación para sí mismo y para ellos, asegura el bien de todos y acepta la gran desilusión final cuando se da cuenta de que los hermanos no han entendido nada de cuanto él ha hecho. Él, al revés, ha aprendido a leer la historia con los ojos de Dios, por esto puede elegir ser hermano. Porque se trata, precisamente, de una vocación y de una elección.


4. Quisiera concluir esta exposición refiriéndome a los hermanos que nosotros tenemos de hecho más cercanos, quiero decir la Primera Orden. A Ellos siento decir: ayúdennos a “hacer” solas.  El llorado p. Lázaro (y ahora más en esta ocasión, se me ocurre y evalúo cuánta importancia haya tenido para nosotras su presencia y  su obra) me dijo una vez, hace muchos años, que  nuestro futuro está en el autogobierno.  Es como decir: pedimos una presencia discreta de nuestros hermanos de la Primera Orden que nos ayuden a leer los problemas de manera tal que solas, en el contraste franco, se encuentren las soluciones necesarias. De aquel coloquio de antes ha pasado mucho tiempo, y  nuestras relaciones recíprocas se han esclarecido mucho, aunque quizás tengan la dificultad de la exigüidad de las fuerzas. En cada caso -y pienso que los Hermanos estén de acuerdo- no dependencia, mas ayuda recíproca  según la respectiva vocación. Yo espero y pido, creo en nombre de todas, que esta colaboración continúe, y por ende crezca y nos ayude a crecer. 


5. A modo de conclusión quisiera recoger en unos pocos puntos lo que he expuesto. Creo que debemos tener una mentalidad “proyectual”, que no se repliega sobre sí misma, sino que abre en esta dirección:

ü  Sinodadidad de la Orden en el sentido etimológico de caminar y hacer alto en el camino junto a lo largo del camino. Juan Pblo II concluyó el Jubileo proclamando: Duc in altum; Benedicto XVI nos recuerda que de todos modos de tiempo en tiempo la barca debe echar el ancla.

ü  Acoger, hospedar al Señor,  en la liturgia, en las escrituras, en el carisma, pero, sobre todo, en las hermanas (con frecuencia éste es el aspecto más pesado), en su paso por nuestra historia, en los pobres, en los alejados, en los hermanos de otra confesión o de otra religión.

ü  Escuchar al Señor, poniendo nuestros ojos en los suyos, como hace todo discípulo con su propio Maestro, buscando tras los signos el rostro de Dios.

ü  Interrogar al Señor como verdaderas discípulas, para aprender el servicio de Dios y de las personas.

ü  Estar en la cena con el Señor, en una relación estrecha, que permite a Jesús, si se puede decir así, expresar los propios sentimientos, y dejarse incluso morir hasta decir: “Lázaro, sal fuera”.

ü  En la espera, en la invocación y ya preanunciando la venida del reino.


 



1 Alrededor del 20 aev-5Oev. “Philo had a much greater influence on Christianity—not on the New Testament itself but on the Church Fathers, Clement of Alexandria, Origen, Ambrose, and many others. They drew eagerly on his allegorical interpretations and adopted many of his concepts. However, owing to their different approach, many of his abstract concepts, such as wisdom, Logos, and faith, were concretized in Christianity”. cf Encyclopedia Judaica s. v. Philo

[2]  Se refiere a la comunidad de los Terapeutas According to Philo, who gives the only original account of this community in his De Vita Contemplativa, members of the sect devoted their time to contemplation. They prayed twice every day, at dawn and at eventide. The intervening hours were spent entirely on spiritual exercise. They read the Holy Scriptures and sought wisdom from them by taking them as allegory, since they thought that the words of the literal text were symbols of something whose hidden nature is revealed by studying the underlying meaning. So far as is known, prayer and study were the sole occupations of the Therapeutae” cf Encuclopedia Judaica, s.v. Therapeutae.

 [3] Deus Caritas est, 6

[4] cf A. DE VOGUÉ, Sguardi sul monachesimo, “Quaderni di Camaldoli” 29, Bologna, 2006, pp 41-42

[5] Véanse los dos hermanos de la parábola (15:11-32), y los dos ladrones crucifijos juntos a Jesús (23:39-43)

[6] Raquel “de los ojos bellos” (Gn 29:17) sería justamente la vida contemplativa antes según la exégesis tradicional judaica, después según aquella alegórica de  los padres de la iglesia hasta la predicación aún reciente. Véase, por ejemplo. Ambrosio, in Lucam, 7,85-86 e Sermo 103,2s

 [7] Como ejemplo, véase el salmo 23

[8] Hb 13;2

[9]  Sería bueno, a lo mejor, investigar sobre las razones de este silencio

[10] Juan Crisóstomo (Homilía sobre las estatuas, 2,5-6) considera un gran honor tener a Cristo como inquilino para disuadir a los ricos de  la especulación. El hecho que él sea huésped es mucho más significativo

[11]  Mc 14:1-9 coloca el episodio siempre en Betania, pero en casa de Simón el leproso, sin precisar que María forma parte de los tres hermanos. Según algunos intérpretes Juan mezcla dos episodios distintos

[12]  Así en E. DREWERMANN, L’unzione di Gesù a Betania, en I1 messaggio delle donne, Il sapere dell’amore, Brescia,  2002/2, pp. 185-198

[13] Personalmente estoy muy contenta de pertenecer a una Orden que en Italia es poco conocida y no goza de prestigio

[14] Lazzaro, vieni fuori” (Gv 11:43). Ai reIigiosi, in T. RADCLIFFE, Testimoni del Vangelo, Bose-Magnano, 2004, pp 213-236

 [15] Así la Constitución Lumen Gentium, 44

[16]  cf Constitución Dei Verbum 25; Perfectae Caritatis 6 y el documento de la Pontificia Comisión Bíblica, L’interpretazione della Bibbia nella chiesa, 1993

 [17]  Así A. BARHAN, Una cosa ha detto Dio, due ne abbiamo udite” (Sl 62,12). Il cammino spirituale della lectio divina, in AA. VV., Come acqua di sorgente, Bologna, 2005, pp, 187-220, in particolare p. 203

 [18]  Para aclarar este problema de método se puede útilmente ver al articulo de A. BARBAN antes citado

 [19] La característica de la salmodia  en la Liturgia de las Horas es representar toda la gamma de las situaciones y de los sentimientos humanos posibles de una hora a otra. En este sentido un verdadero sacramento de la humanidad en palabras sugeridas/inspiradas del Espíritu. Como tal debería ser valorizada y vivida no como simple deber (esta mentalidad no se ha caído del todo todavía), mas como expresión también de nuestra humanidad delante de Dios.

 [20] cf Constitución Sacrosanctum Concilium 90

[21]  cf G. DOSSETTI, La parola e il silenzio, in Discorsi e scritti 1986-1995, Bologna, 1997, pp 106-108

[22] Constitución Gaudium et Spes 1

 [23] B. MARIN, La comunicazione della comunità monastica con le altre comunità e tra le congregazioni monastiche, “Vita Monastica” LVIII/226, pp 49-52

 [24] cf. C. DI SANTE, Lo straniero nella Bibbia Saggio sull’ospitalità, Troina, 2002, pp 11-19

[25]  cf. A. PAOLI - F. COMINA, Qui la meta è partire, Molfetta, 2005, p.31

[26] Una síntesis en veinte tesis sobre qué significa “ser cristianos” en H. KÜNG, Christsein. Was heisst dos?, “Publik-Forum” 18 (2005) IV-XX