MONASTERIO DE CLARISAS CAPUCHINAS SACRAMENTARIAS EN COCA, ECUADOR
Coca se
sitúa en plena selva amazónica, en el oriente ecuatoriano, sobre el río Napo
cuyas aguas llegarán a fundirse en el Amazonas. Los frailes capuchinos fundaron
una pequeña misión entre los indígenas en el año 1958, que fue el núcleo de
desarrollo de la cuidad de Francisco Orellana o Coca, que luego de la llegada
de empresas de explotación petrolera creció ininterrumpidamente.
La
evangelización de los indígenas y la implantación de la Iglesia han definido los
objetivos del vicariato apostólico de Aguarico. La gran figura misionera del
obispo capuchino Alejandro Lavaka y la hermana terciaria capuchina Inés Arango,
marcaron profundamente a la Iglesia local. En 1987 ellos entregaron su vida con
carácter de martirio en el intento de acercarse a los indígenas para anunciar
la fe y proteger sus vidas y cultura del avance indiscriminado de la
explotación petrolera. “Creo que antes de
cargarles de crucifijos, medallas y objetos externos religiosos, debemos
recibir de ellos las semillas del Verbo, ocultas en su vida real y en su
cultura, donde vive el Dios desconocido” escribió mons. Alejandro. Una
actitud que explica todo un universo de opciones en la evangelización.
Las
hermanas Clarisas Capuchinas Sacramentarias llegaron al Vicariato de Aguarico
hace 18 años provenientes del monasterio de Lago de Guadalupe, Cautillán
Izcalli, México, con el encargo de ser el sustento espiritual de la misión
evangelizadora del Vicariato. Luego de algunos años de vivir en un lugar
provisorio, pudieron mudarse a su monasterio definitivo en las afueras de la
ciudad.
Actualmente
son 9 hermanas, de las cuales dos son ecuatorianas. El amplio monasterio,
adecuado a las necesidades de su vida y a la realidad climática de la zona,
está edificado en torno a la Iglesia que contiene hermosos vitrales que
concentran la contemplación en el Santísimo Sacramento. Se dedican laboralmente
a la confección de hostias, ornamentos litúrgicos, comidas y dulces por
encargo.
La tarea
misionera en un vicariato apostólico en medio de indígenas es verdaderamente
exigente, y las necesidades pastorales hacen que muchas veces lleguen hasta las
hermanas reclamos: ¿por qué ustedes no colaboran en la catequesis? ¿por qué no
hacen una novena en una comunidad? Siempre es un desafío creer y testimoniar a
los otros la fuerza de la oración, la lógica gratuita de la entrega
contemplativa, la misión de ser raíz oculta de una tarea pastoral, la eficacia
paradójica según la lógica del Reino: un evangélico derramar el perfume a los
pies de Jesús… lo único necesario, la mejor parte! La mejor ayuda a la Iglesia
y la más grande contribución a la humanidad es vivir en fidelidad la propia
vocación y misión, viviendo consecuentemente con los dones confiados por el
Señor.
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