viernes, 17 de agosto de 2018

Un oasis en el desierto del secularismo



Sternberk, República Checa

Las primeras capuchinas llegaron a la República Checa en 1914. Las monjas fundaron el primer monasterio en Litoměřice a petición del obispo. Las hermanas provenían de los Países Bajos y eran de nacionalidad alemana. Después de la Segunda Guerra Mundial, la comunidad tuvo que irse, y solo una hermana permaneció en el monasterio. Pronto, nuevas hermanas checas se unieron a ella, por lo que la comunidad siempre tuvo alrededor de 15 hermanas.







Pero en el monasterio las hermanas no pudieron quedarse por mucho tiempo porque con el advenimiento del régimen comunista, fueron llevadas junto con otras congregaciones a Turnov. Muchas hermanas tuvieron que dejar la orden y permanecieron sólo unas pocas. Bajo el totalitarismo, las pocas hermanas fueron destinadas en hogares de ancianos donde se ocupaban por las condiciones inhumanas de las personas enfermas.
Pero poco a poco comenzó en secreto el desarrollo de una hermandad joven. Todo tenía que ser secreto, las hermanas vivían en el mundo y trabajan en los trabajos civiles. Las candidatas solo muy ocultamente podían entrar en contacto con las hermanas y recibían una formación con la ayuda de los capuchinos.




Después de la revolución en 1989, con la caída del muro y la posterior apertura, las hermanas finalmente comenzaron a vivir su vocación capuchina. Fueron invitadas a Sternberg, donde vivieron provisoriamente en un piso del edificio de la rectoría vecina, hasta edificar el nuevo monasterio. Comenzaron a vivir aquí cuatro hermanas y en 1990 se les unieron tres hermanas mayores. En 1996 se bendijo el monasterio ya finalizado. La pequeña comunidad de siete hermanas pronto creció, y nuevas hermanas jóvenes comenzaron a venir. En el transcurso de 20 años, ocho nuevas hermanas han llegado.


En la actualidad son 13 hermanas. En el monasterio acogen permanentemente personas que hacen retiro espiritual, consagrados, sacerdotes y laicos. Una comunidad laical ferviente se reúne diariamente para la Eucaristía y una fraternidad de la Orden Franciscana Secular tiene al monasterio como su referencia. El trabajo principal es la confección de velas y candelas artesanalmente decoradas, junto a la confección de ropa litúrgica y hábitos. Son acompañadas de cerca con la asistencia de los frailes capuchinos.
En un ambiente altamente secularizado como el de la República Checa, el testimonio de la prioridad absoluta de Dios y de la dimensión espiritual del ser humano resuena con mayor claridad y se vuelve indispensable signo de la fidelidad misericordiosa del Señor.
Luego de la experiencia de ser luz en la noche del totalitarismo comunista, hoy se presenta la misión de ser oasis en el desierto del secularismo.











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