La República
del Benín se encuentra en la costa occidental del continente africano, sobre el
océano Atlántico. Su capital administrativa es Cotonou, la ciudad más poblada y
desarrollada, pero formalmente su capital política es Porto Novo. El idioma es
el francés, junto a diversas lenguas nativas. La historia del país está marcada
profundamente por el período colonial. Aquí se encontraba uno de los
principales puertos del tráfico de esclavos hasta 1850. Se calcula que han
arribado a destino como esclavos más de 8 millones de habitantes nativos del Benín,
número que se multiplica al contar los muchos más que murieron en el camino. Un
monumento, llamado “puerta del no retorno” recuerda este horror de la humanidad.
Las
hermanas Clarisas Capuchinas arribaron a esta tierra en 1993, hace casi 25
años, provenientes de Italia, del monasterio de Mercatello, casa natal de Santa
Verónica Giuliani. Un primer tiempo se establecieron en Cotonou, a lado del
convento de los capuchinos. Luego, se trasladaron ya a un monasterio propio en
las afueras de Zinivie, a una hora y media de viaje de Cotonou. Allí pudieron
construir su convento, una bella iglesia y están aún terminando una casa de
acogida para ejercicios espirituales.
La comunidad
está compuesta actualmente por 19 hermanas, de las cuales tres son italianas y
el resto nativas, varias de ellas ya profesas perpetuas. Una hermosa
característica de la fraternidad es la celebración de la liturgia con
instrumentos y bailes propios de la cultura, adaptados a los diversos momentos
celebrativos, al canto de los salmos y oraciones. Además, producen jabones,
cremas y diversos productos de limpieza y medicinales que ofrecen a la venta.
La vida
contemplativa se desarrolla aquí compartiendo la fe con la gente del pequeño
pueblo y acogiendo a tantas personas deseosas del encuentro con Dios que vienen
a hacer retiro y rezar. El rostro africano del carisma clariano se perfila como
un don para toda la familia capuchina.
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