Discurso improvisado del Santo Padre
Hay aquí un discurso preparado, pero es demasiado formal
para compartir con ustedes Capuchinos; será entregado al Padre General… Esto es
lo oficial, pero prefiero hablarles así, desde el corazón. A ti [se dirige al
neo-elegido Ministro general Fray Roberto Genuin] te deseo lo mejor: Eres el
cuarto general que conozco. Antes he conocido a Flavio Carraro, con quien hemos
sido compañeros en el Sínodo del '94; luego, a John Corriveau, que nos ha
robado un buen Capuchino de Argentina para hacerlo Consejero, pero después me
vengué y fue hecho Obispo [se ríe, se ríen]. Luego Mauro [Jöhri], un buen suizo
, que ha llevado adelante las cosas con sentido común - buen sentido-, con
sentido de lo concreto, de la realidad; y, como todos aquellos que saben hablar
diversas lenguas pero también el dialecto, es uno que desciende en los detalles
de la vida. Y ahora tú, el cuarto. Les deseo lo mejor [a él y a los nuevos Consejeros].
Esta mañana pensaba en ustedes. Hay una palabra que tú has
dicho en tu discurso: en primer lugar los Capuchinos son "los frailes del
pueblo". Es una característica de ustedes: la cercanía a la gente. Ser
cercanos al pueblo de Dios, vecinos. Y la cercanía nos da la ciencia de la
concreción, la sabiduría - es más que ciencia: es una sabiduría. Cercanía a
todos, pero sobre todo a los más pequeños, a los más descartados, a los más
desesperados. Y también a aquellos que se han alejado. Pienso en fray
Cristóforo (personaje de “Promessi sposi” de Manzoni), al "vuestro" fray
Cristóforo. Cercanía: esta palabra me gustaría que quedara en ustedes, como un
programa. Cercanía al pueblo. Porque el pueblo tiene un gran respeto por el
hábito franciscano. Una vez el Cardenal Quarracino (su antecesor como arzobispo
de Buenos Aires) me decía que, en Argentina, a veces algún “mangiaprete”
(anticlerical) dice alguna palabra vulgar a un sacerdote, pero nunca, nunca un
hábito franciscano fue insultado, porque es una gracia. Y ustedes, Capuchinos,
tienen esta cercanía: consérvenla. Siempre cercanos al pueblo. Porque son los
frailes del pueblo.
Recientemente, en Irlanda [en Dublín], he visto su obra con
los más descartadas y quedé conmovido. Y una hermosa palabra que ha dicho el
Superior de aquella casa, el anciano fundador, fue: "Nosotros, aquí, no
preguntamos de dónde vienes, quién eres: eres Hijo de Dios". Esta es una
de las características. Entender bien a las personas, intuitivamente, sin
condiciones. Tú entra… luego veremos. Y es un carisma de ustedes, la cercanía,
consérvenlo.
Luego, otra cosa típica de los Capuchinos: son hombres
capaces de resolver conflictos, de hacer la paz, con aquella sabiduría que
viene precisamente de la cercanía; y sobre todo hacer la paz en las
conciencias. Ese "aquí no se pregunta, aquí se escucha", que he dicho
de ese Capuchino irlandés, ustedes lo ejercitan tanto en el sacramento de la
Confesión y la penitencia. Ustedes son hombres de reconciliación. Recuerdo su
Iglesia en Buenos Aires: tanta gente, de toda la ciudad, iba a confesarse allí.
Porque estos te escuchan, te sonríen, no te preguntan cosas y te perdonan. Y
esto no quiere decir ser "de manga ancha", no, esta es sabiduría de
reconciliación. Conserven el apostolado de las confesiones, del perdón: es una
de las cosas más bellas que tienen, reconciliar a la gente. Tanto en el
sacramento, como en las familias: reconciliar, reconciliar. Y se requiere paciencia
para esto, no palabras. Pocas palabras, pero cercanía y paciencia.
Y luego, otra cosa que he visto en su vida: la oración
simple. Ustedes son hombres de oración, pero simple. Una oración de tú a tú con
el Señor, con la Virgen, con los santos… conserven esta sencillez en la
oración. Oren mucho, pero con esta sencillez. Hombres de paz, de oración
sencilla, hombres del pueblo, hombres de la reconciliación. Así quiere la
Iglesia que sean ustedes: conserven esto. Y con esa libertad y simplicidad que
es propia de su carisma.
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