Sor Consolata Disanto nació en Santeramo, Colle (Italia), el 10 de abril de 1916, siendo la más pequeña de 10 hijos. Su madre murió a los 45 años, dejándola con sólo 6 meses, pero antes de morir le pidió al Señor la gracia de que todos sus hijos fueran consagrados, como de hecho ocurrió: Sr. Consolata y otras dos hermanas entraron en el Instituto “Apóstoles del Sagrado Corazón de Jesús”, dos hermanos Jesuitas, otros dos murieron de pequeños, y tres hermanas consagradas en la familia para asistir al padre que murió con casi 100 años.
Una familia con una formación profundamente religiosa, de modo que cuando entró en religión el 21 de setiembre de 1936 a la edad de 20 años, creían que había sido religiosa de otro Instituto.
Cuenta ella misma, que siendo novicia y preparándose junto a la otras hermanas con los ejercicios espirituales del padre Ildebrando Gregori O.S.B.-C.S. en los años de la 2 guerra mundial y, en la primera incursión en Roma, a mitad de una conferencia, sintiendo las bombas el Padre Ildebrando les dijo: - “este es el noviciado de Dios!”. Y tomando el ostensorio con el Santísimo corrieron al sótano a protegerse y continuar los ejercicios. Hizo la profesión el 20 de julio de 1940.
Después de 15 años, el 23 de setiembre de 1955 fue la primera hermana llamada por el Padre Pio de Pietrelcina a trabajar en el Hospital “Casa Sollievo della Sofferenza” en San Giovanni Rotondo, permaneciendo allí hasta la muerte de Padre Pio iel 23 de setiembre de 1968.
Refiere ella misma que casi desde el inicio de llegar a San Giovanni Rotondo sintió la llamada a la vida claustral, y consultando al padre Pio que fue su confesor, le respondía: “Yo jamás he pensado de cambiar de Orden”, pero la última vez, en el mes de junio de 1968, insistiendo con su deseo, padre Pio respondió: “Quién te acompañará? Te bendigo!”. Con esta respuesta, Consolata entendió que estaba de acuerdo y así comenzó a madurar la idea que solamente puedo realizar siete años después.
Luego de la muerte de padre Pio, ella continuó con mil tareas que le estaban confiadas en “Casa Sollievo”. Llegado el momento tomó la decisión, aconsejada por su hermano jesuita Francesco que estaba en Roma y también por Rocco de misión en el Japón, y sin decir nada a sus hermanas de la comunidad, fue a comunicarla a la madre General, que la dejó ir aunque con gran pena.
Sólo una hermana sabía de su decisión y la ayudaba con mucha prudencia, Sor Elia. En este momento no conocía aún a las Capuchinas, por lo que pensaba ir a las Clarisas de Asís, pero siendo su confesor fr. Alfonso de Samo, capuchino de la provincia de Catanzaro en Calabria, la orientó hacia el Monasterio “Corporis Christi” de Roma, que él conocía.
Antes de entrar, Consolata hizo una semana de ejercicios espirituales en Asís, y al final fue a buscarla su hermano Francesco para acompañarla al monasterio, el 2 de agosto de 1975, cuando tenía casi 60 años. Hizo su profesión como Clarisa Capuchina el 17 de setiembre de 1977, en una Santa Misa celebrada por el Ministro General fr. Pasqual Riwalski, estando presentes sus dos hermanos jesuitas.
Después de 5 años de haber hecho la Profesión, el Señor a través de la obediencia le pide el servicio de portera y otros servicios externos. Al principio se turbó un poco de frente a su idea de clausura, hasta que su hermano le hizo entender: “Serás una claustral en la calle!”. Así es que desde 1979 hasta 2006 realizó servicios externos y portería. Aún hoy colabora en la puerta.
Es así que ha vivido estos 100 años: -en su familia: 20 años; en el Instituto “Apóstoles del Sagrado Corazón”: 40 años de los cuales 20 en “Casa Sollievo della Sofferenza”; -como Clarisa Capuchina 40 años.
Damos gracias al Señor por nuestra hermana Consolata, por todo cuanto Dios ha obrado en ella, por cuanto ha cooperado para el bien de la Comunidad de Garbatella en Roma. A Dios la gloria por siempre!
Sor Ana Teresa, abadesa