THAILANDIA
Entre los días 25 de julio y 13 de agosto realicé la visita
a la Federación “Santa Clara” de Tailandia. Pude con la gracia del Señor,
visitar los diversos monasterios y también tener un encuentro federal con todas
las abadesas y formadoras.
Tailandia es una monarquía de mayoría budista, que nunca fue
colonizada por ningún país extranjero. De hecho “thai” significa libre.
Tailandia es la tierra de los hombres libres.
Doy gracias a Dios por la experiencia clariana que han
realizado nuestras hermanas en esta nación. El primer monasterio fue fundado en
Ban Pong en 1936. Las primeras capuchinas provenientes de Italia arribaron
después de viajar más de un mes por los mares.
El monasterio fue construido cercano a la parroquia y a la
escuela que primero fundaron los misioneros franceses y luego encomendaron a
los salesianos. También cercano está el hospital camiliano y el cementerio
católico. Todo un polo de evangelización y educación, donde las capuchinas son
el motor espiritual.
Arum, al sur del país, al lado de la
escuela y parroquia salesiana, en el año 1972. Una comunidad que pronto fue
floreciente de vocaciones y en grado de hacer nuevas fundaciones. Ahora cuenta
con una veintena de monjas, y de todas las edades.
La comunidad de Phanon, situada más al sur, es de fundación
más reciente, también junto al colegio y parroquia salesiana, sobre una pequeña
montaña en tierra ganada a el bosque y la selva, donde las hermanas han logrado
jardines hermosos y cultivado frutales diversos.
La comunidad de Udón, al norte del país, está ubicada dentro
del terreno de la catedral. Esta iglesia fue fundada por los redentoristas y
dedicada a la Virgen del Perpetuo socorro.
Viven actualmente aquí 11 hermanas.
También en la zona norte, se encuentra la comunidad de Tharé,
dedicada a la “Reina de la Paz”. Alli las hermanas están muy unidas a una de
las comunidades católicas más antiguas del país. Los Capuchinos tienen su
convento y parroquia cercanos.
La comunidad de Sampran tiene la característica de estar
vecina a los centros de estudio de la Iglesia, al seminario interdiocesano de
Thailandia y al centro de formación de las religiosas. Un lugar apto para realizar
los diveros cursos de formación de la federación.
Fue gracias a la insistencia de las hermanas, que en la
década del 80 arribaron los frailes capuchinos para extender la Orden.
La realidad de vivir in medio de un pueblo de una gran mayoría
budista es una experiencia digna de ser compartida con las hermanas de todo el
mundo. Una cultura que tiene una gran valoración por la vida monástica y confía
mucho en el poder de la oración de las hermanas, e incluso las apoya con su
ofrenda con gran generosidad.
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